martes, 9 de septiembre de 2008

Freddie y Fannie



Podría ser la historia de dos adolescentes viviendo una aventura plena de excesos y riesgos propios de la edad que vuelven a casa por navidad. Pero no, se trata de los reyes de las subprime que, junto con la invasión de Irak, tanto daño han hecho a la economía mundial volviendo a los brazos del Tío Sam que les dio vida para enjugar los males del postoperatorio de la gran depresión del 29. En los felices 60, creo, fueron privatizadas y bendecidas en el ruedo del capitalismo salvaje y temerario. Mientras los beneficios fueron pingües y algo más se dedicaron a la ingeniería financiera hipotecaria inventando y reinventando productos y soluciones a sus errores de cálculo. Vendieron humo y borracheras titularias por todo el mundo, haciéndonos solidarios con el enredo y los desmanes del presidente más irresponsable de la historia de los U.S.A. y del Universo.

Llevamos algún tiempo diciendo, en nuestra ignorancia, que el modelo del libre mercado sin control alguno propicia excesos y abusos que pagamos los de siempre. Que hay que exigir garantías de cordura a los bancos y otros estamentos financieros que nos tienen cogidos por la bolsa de las nueces, y nos aprietan cada días más. Ahora resulta que la solución al mal consiste en inyectar miles de millones de euros que saldrán de nuestros bolsillos para que Fannie Mae y Freddie Mac no se den el batacazo definitivo. Bonita contradicción en si misma para el mercado libre: privatizamos los beneficios y socializamos las pérdidas. Entretanto el “gigante” europeo sigue jugando a ver quién la tiene más larga mientras la América neocon nos vacía las ilusiones y sigue dictando las normas.

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