jueves, 17 de noviembre de 2011

¿Votará el ratón al gato?






La frase que ilustra esta reflexión la escuché en el acto de apertura de campaña  del Partido Socialista Obrero Español en Dos Hermanas, Sevilla. La interviniente que la pronunció la atribuía a un señor de un pueblo de la provincia de Huelva. Una de esas personas curtidas por la realidad y la sabiduría que la experiencia y la supervivencia nos confiere a los seres humanos. 

Y es lo que parece que va a ocurrir en estas elecciones del #20N si las encuestas dicen la verdad del momento que reflejan. Es tan dura la situación que estamos viviendo, tan injusta, tan inhumana que los sondeos arrojan un triunfo arrollador de la derecha española en esta ceremonia de la confusión.

Puede ocurrir que por acción u omisión el Partido Popular obtenga unos resultados electorales históricos no por méritos propios, que no los ha exhibido, sino por una especie de movimiento de castigo y defensa de la ciudadanía que está ya muy cansada de la habitualidad instalada en hurtos democráticos y económicos.  Nos han cambiado, a peor, la vida sin aviso y sin permiso. 

Muchas son las variables y los factores que influyen en las decisiones, también la dejadez, el cansancio o la rendición sin condiciones ante situaciones que nos superan, que nos hacen sentir impotentes. Tanto que podemos asistir a la paradoja de que apoyemos masivamente a la opción ideológica que nos metió en esto.

Mantengo la opinión de que, con errores que es necesario corregir sin ambages ni complejos, es el socialismo el auténtico valor que nos puede sacar a TODOS, no solo a unos pocos, de este atolladero. 

Tenemos muchas cosas que cambiar, muchas conductas que reconducir, pero solo lo podemos hacer desde el  compromiso colectivo y desde la participación activa. De no permitir nunca más que el voto sea un cheque en blanco. 

Lo que pide el Partido Popular, que no ofrece nada y ya lo demostró como oposición, es un placet para darnos la puntilla como país y como ciudadanía.

Lo que ofrece el Partido Socialista Obrero Español es trabajo y dedicación y protección de derechos que son irrenunciables. Sí, irrenunciables; no nos dejemos engañar. Y nos pide acompañamiento en esta tarea.

El PP dice, dame el voto que ya haré yo lo que tengo que hacer. El PSOE nos dice, compartamos el voto para compartir las decisiones.

¿Se cumplirá la paradoja? ¿Votará el ratón al gato? ¿Nos ofreceremos los ratones alegremente para que nos coma el gato?

Yo no me voy a ofrecer al gato. Voy a votar a los ratones. Voy a votar PSOE.

viernes, 11 de noviembre de 2011

S.O.S. Democracia


Lo que se está haciendo en Italia y en Grecia es un atentado contra la democracia.

El principal compromiso que tiene un Estado democrático con la ciudadanía es que sus representantes sean elegidos democráticamente en las urnas.

Lo que nos hace verdaderamente iguales es el voto. Tanto el poderoso como el débil tienen una única papeleta en democracia para depositar en la urna. Para optar, para decidir sobre su futuro. Para elegir a sus representantes. Es una acción entre iguales.   

Nada ni nadie puede ni debe, en un Estado democrático, imponer o imponerse a la representación popular sin haber pasado por las urnas. No existe hecho que lo justifique.  No hay excepción ni fuerza mayor. Menos aún por una decisión de mercado.

No es excusa, por tanto, la situación económica y financiera para que en Grecia e Italia se secuestre la soberanía popular nombrando primeros ministros sin someterse al sufragio ciudadano. No es válido el argumento de que son nombrados por consenso entre las fuerzas parlamentarias. Es falso el posible argumento del interés general para visar tal proceder. El auténtico interés por el interés general en una situación de alarma económico- social sería subordinar al interés general toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad.

Estamos asistiendo a una sucesión de actuaciones contrarias a los más elementales y primigenios principios democráticos. Volvemos al despotismo ilustrado, llamado “benevolente”,  del siglo XVIII. Aquel “todo para el pueblo pero sin el pueblo” que disfrazaba de salvación y de guía las “almas” del pueblo descarriado. Nadie posee la exclusiva de la RAZÓN, y menos aún los trileros de la mercadocracia.

Cómo podemos consentir que los que nos han metido en ésta pretendan vendernos la salida. ¿Se la vamos a comprar? ¿A crédito, o al contado?

martes, 8 de noviembre de 2011

Debate

En democracia los debates ante la ciudadanía entre los aspirantes a gobernar deberían ser obligatorios (no me gusta la palabra) por ley. Es la manera más clara y más directa (los mítines son para los propios) de que podamos contrastar los modelos y las propuestas que unos y otros tienen para la comunidad. Por tanto debates sí, cuantos más mejor...y entre todos los contendientes. Ya que se gobierna y vivimos a través de los medios de "información", el papel de esos medios como intermediarios debería ser un servicio a la ciudadanía.

Y es que además en los debates, en los cara a cara podemos observar (por muy medidos y ensayados y pactados que estén todos los aspectos mediáticos) algunos detalles verdaderos de los candidatos. Luego vienen las interpretaciones y los análisis de los todólogos y la opinión publicada que, tristemente influye, en mi opinión, más de la cuenta en nuestras decisiones. Es parte del juego. Pero es un juego demasiado serio como para hacerlo excesivamente lúdico. Soy de la opinión (sin alcanzar a entender del todo el fondo y el por qué de ese fondo) de que hace ya mucho tiempo la opinión publicada, apoyándose en el dato "científico de encuestas ad hoc", ha "decidido" que Rajoy gane las elecciones del próximo #20N. No toda, claro, pero sí la inmensa mayoría. Nunca hemos tenido acceso a tanta información como ahora, y por eso es tan tentador manipular ese caudal de información. Sesgarlo y reconducirlo a un parecer o a otro (recordemos que los medios pertenecen, en su gran mayoría, a empresas con intereses bien definidos de color económico).

Por eso es tan importante ver en televisión a los candidatos ofreciéndonos sus propuestas, o la ausencia de ellas y sacar nosotros, dentro de nuestro discernimiento y preferencias, nuestras conclusiones. Luego ya lo del ganador y perdedor del debate es otra historia. El ganador será el que gane en las urnas y el perdedor el que pierda en las urnas.

A mí me gusta ver la cara y oir lo que me proponen. Saber si puedo confiar en lo que me dicen o no. Y desde luego después de este último debate tengo claro que no voy a confiar en alguien que tiene que leer sus opiniones y conviccionnes. Que lea algún o muchos datos y cifras pase, pero que lo tenga que leer todo no me merece confianza. Porque pienso que no cree en lo que dice y, lo que es peor, puede ser el polichinela de quien le escribe el guión.

Elegir al Presidente de mi país es algo trascendental para mi futuro. No me convence alguien que no está convencido. Es posible que me venza pero nunca me convencerá.

¿Se imaginan a un Presidente leyendo cada palabra en cualquier circunstancia de gobierno? ¿No tiene opinión propia? ¿Quién le escribe el argumento?

Mariano Rajoy no tiene talla de Presidente, no debe representar a un país serio. Tenemos muy cerca a Italia y su gobierno de operetta.