jueves, 19 de abril de 2012

¿Izquierda Urdida?





 En la misión de una organización política debería estar grabado en lugar bien visible su vocación de ser instrumento útil de transformación de la realidad, de mejora de las condiciones de vida de la sociedad. Para esto, el objetivo me parece bien claro: trabajar por ser opción de gobierno. Y el camino para lograr ese objetivo debiera estar transitado por la coherencia entre ideario y comportamiento. Entre lo que se dice y lo que se hace. Lo contrario sería manipular las reglas de juego. Jugar con cartas marcadas.

Si bien es cierto que el damnificado principal y último de la incoherencia (tarde lo que tarde) es el propio incoherente, no es menos cierto que puede arrostrar, en su debacle, lamentables, y difíciles de reparar, daños colaterales.

Esto es, en mi opinión, lo que Izquierda Unida está haciendo en Extremadura. Y trataré de argumentarlo.

En las elecciones autonómicas de mayo de 2011 el escenario parlamentario de la región extremeña sufrió un cambio sustancial aun cuando la fuerza política*  que obtuvo mayor apoyo continuó siendo la izquierda. Así, el reparto de escaños en la Asamblea de Extremadura quedó en 32 para el Partido Popular, 30 para el Partido Socialista Obrero Español y 3 para Izquierda Unida.

Atendiendo al posicionamiento sociológico de los extremeños, es decir, a como respondemos a la pregunta: en una escala de 1 a 10 (de izquierda a derecha), ¿en qué posición se sitúa usted? (ver pregunta 22), e interpretando la voluntad de los electores, esto nos llevaría a pensar que lo “natural” era que la composición del gobierno de la Junta de Extremadura correspondería a la fuerza política más votada con representación parlamentaria, esto es, a los partidos PSOE e IU (el PP fue el partido político más votado, no la fuerza política más votada).

Pero no fue así, por cuanto Izquierda Unida, en libre traducción de democracia representativa, optó, por omisión, entregar la voluntad de sus electores de izquierdas a un partido de derechas. O lo que es lo mismo, decidió que la propuesta de izquierdas con la que concurrieron a las elecciones y respaldaron los electores con 3 diputados, estaría mejor defendida por un partido que concurrió a las elecciones con una propuesta de derechas.

Que esta decisión es legal: cierto. Que consultaron la decisión a sus militantes: cierto. Que Izquierda Unida tiene 37.000 militantes en Extremadura: incierto. 37.000 fueron los votos obtenidos en las autonómicas, no el número de sus militantes.

Es cierto también que en las elecciones generales de noviembre de 2011 Izquierda Unida aumenta 700 votos con respecto a los que obtuvo en mayo 2011 (y 17.000 con respecto a las generales de 2008. Los sabios dicen, yo creo que un poco interesadamente, que no conviene comparar elecciones generales con autonómicas).  ¿Se puede interpretar como refuerzo del electorado al apoyo para que gobernara el PP? Izquierda Unida así lo hace. Yo tengo mis dudas.

Pero también es cierto que en el tiempo transcurrido desde mayo de 2011 hasta ahora la situación personal y colectiva de los extremeños ha empeorado exponencial y alarmantemente. ¿Es esta situación consecuencia directa del apoyo, cada vez más explícito, de Izquierda Unida al PP y sus políticas de derechas? En su totalidad seguramente no. En gran parte sí, por cuanto, con su consentimiento (en una actuación que pasará a la historia como teatro de marionetas), Izquierda Unida apoyó un presupuesto de derechas, responsable directo de lo que pasa ahora con nuestras vidas. Y continúa apoyando, en la actualidad, todos los pasos que desde el gobierno central se dictan en torno a amnistías fiscales, repagos farmacéuticos y sanitarios…, por cuanto no está alzando una voz clara de oposición en la región extremeña.

En Extremadura, Izquierda Unida está representando un papel de comparsa en las formas, y de cooperador necesario en el fondo de las políticas claramente de derechas que el gobierno del PP está aplicando, y que están rompiendo el frágil equilibrio de solidaridad y justicia social. Está siendo cómplice, en contradicción con sus principios ideológicos, de la situación actual y el deterioro futuro de ésta de la ciudadanía extremeña.

Sus argumentos consentidores se amparan en, según ellos, una larga y mala gestión del Partido Socialista extremeño en el gobierno de la región. Es decir, un partido de izquierdas, descontento con las políticas de otro partido de izquierdas, apoya a un partido de derechas con políticas de derechas. Raro o, cuanto menos novedoso. Otro argumento esgrimido por parte de IUExtremadura es que el PSOE hizo política de derechas. Como activo de campaña electoral se puede entender. Como justificación para apoyar a un partido realmente de derechas no parece muy consistente. En mi opinión, Izquierda Unida de Extremadura hubiese sido verdaderamente útil apoyando a un partido de izquierdas y exigiendo políticas de izquierdas.

Por todo esto creo que, con su actuación, Izquierda Unida de Extremadura deja patente que no tiene vocación de ser instrumento útil de transformación de la realidad (para mejorar) de sus votantes. Con su actuación, Izquierda Unida de Extremadura (por mucho que pretenda empaparse de, y abanderar, movimientos sociales) coadyuva a la desafección de la ciudadanía para con la política y la participación activa en la misma, al desencanto y a la indolencia. Con su actuación, Izquierda Unida de Extremadura ha opuesto los caminos de su ideario, de su discurso y su comportamiento. Con su actuación, Izquierda Unida de Extremadura le ha pegado un tiro en el pié a la coherencia. Con su actuación, Izquierda Unida de Extremadura está siendo cómplice de un gobierno de derechas del que ya tenemos una certeza: nos miente. Y ser partícipe de una mentira se hace por ignorancia o por interés particular.

Esta Izquierda Unida de Extremadura cada vez se parece más a una izquierda urdida.

·          


Fuerza política: Las fuerzas políticas son, desde el punto de vista de los estudios de la Sociedad política y sus Instituciones, todas aquellas formaciones sociales que tienden a establecer, mantener o transformar el orden jurídico fundamental en lo relativo a la organización y ejercicio del poder, según una interpretación ideológica de la sociedad.