A menudo Chavela Vargas empieza sus conciertos con la frase: “ya no lloro tanto…, pero me acuerdo”. Me acuerdo de llorar. Por lo vivido. Por lo perdido. Por lo aprendido.
La intuición y la emoción (como interés en que se participa en algo que está ocurriendo) son quizá de las pocas cosas que anteceden a la palabra, al lenguaje que nos hace comprender y empatizar. El silencio, por el contrario, no es más que un cúmulo de palabras erróneas. Por eso tantas veces callar hizo tanto daño.
No deberíamos olvidar nunca que somos libres porque podemos hablar.
"Tómate esta botella conmigo,
en el último trago nos vamos.
Quiero ver a qué sabe tu olvido
sin poner en mis ojos tus manos...,
nada me han enseñado los años
siempre caigo en los mismos errores,
otra vez a brindar con extraños
y a llorar por los mismos dolores..."
Ojalá supiéramos reír como llora Chavela.
*Este post vive en el recuerdo de la mejor persona que jamás he conocido. Brindo por ella.
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