lunes, 26 de mayo de 2008

Lealtad-Coherencia


Leal: persona cuyo comportamiento corresponde a la confianza puesta en ella o a lo que exige de ella el amor, la amistad, el deber, las convicciones…
Coherente: se aplica a las personas cuyos actos se corresponden o son acordes con la palabra dada, las ideas…, de manera que constituyen un conjunto con unidad y sin contradicciones…


Si damos valor a las palabras desde luego son éstas dos fundamentales en cualquier estadio de la convivencia. Ahora que vienen tiempos de congresos. Que se leen, ven y escuchan movimientos de renovación, cambios o ajustes me ha venido a la memoria el ejemplo público más cercano y notorio de lo que a lealtad y coherencia se refiere. Tengo otros, claro, pero más cercanos e íntimos. También de lo contrario.

Me estoy refiriendo a Juan Carlos Rodríguez Ibarra, quien en septiembre de 2006 anunció que no volvería a ser candidato a la presidencia de la Junta de Extremadura y que volvía a su vida profesional universitaria. Las dos cosas las cumplió sin ruido, sin estridencias y sin traumas. Como una decisión personal libre y meditada. Coherente con su acción política de los últimos treinta años. El próximo julio abandonará definitivamente la primera línea dejando la secretaría general del PSOE de Extremadura.

Hasta aquí sería todo normal, teóricamente normal (hay muchos ejemplos de lo contrario) sino fuera por la confusión que en muchas ocasiones tenemos con renovación y cambio generacional. Me explico. Ibarra no se va, no se ha ido por el hecho de aplicar un cambio generacional en el partido y en las instituciones extremeñas. El cambio generacional no tiene que ver con la edad, al menos en política. Ibarra se ha ido porque quiere y porque puede. No porque está mayor o agotado políticamente, no. Porque resulta que Ibarra es el político extremeño más joven en ideas, en capacidad y valentía política. Conozco muchos jóvenes de ideas viejas.

En 1997 supo ver antes que nadie (visionario e iluso llegaron a llamarle) la sociedad de la información, y pocos años después el salto hacia la sociedad de la imaginación y el conocimiento. Los vio y los implementó a pesar de muchos. El tiempo le dio la razón. Fue el primero que apostó por el cambio de pensamiento analógico al pensamiento digital. Hacia eso de lo que hoy todo el mundo habla aunque no todos practiquen todavía. Se va, se fue porque quiere y porque puede. Otros habrá seguro que no se irán porque no quieren aunque puedan. Pero esa es otra historia.

Yo me quedo con la persona y el personaje. Con su lealtad y su coherencia. Y me quedo con su última certeza que con el tiempo veremos. Algunos siguen empeñados en discursos sobre territorios que no conducen a nada. Solo a extravagancias e intereses de una clase política que aspira al poder por el poder. Y no se dan cuenta o no quieren darse cuenta que el territorio ha cambiado. El territorio es Internet.

Respetamos tu decisión, pero nos sigues haciendo falta. Y es que a veces olvidamos el poder de las emociones. La capacidad de influir positivamente y de inyectar autoestima en personas que durante muchos años pensaron que no podían cambiar su destino.

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