martes, 31 de marzo de 2009

Cajas


A los bancos les gusta que los ciudadanos domicilien sus nóminas y los recibos de los gastos domésticos. A las Cajas también. Los bancos gestionan ese dinerito y esos recibos y te cobran una comisión (de administración, de mantenimiento: te cobran dos veces por la misma cosa). Las Cajas también. Los bancos te proporcionan unas tarjetitas de plástico (medios de pago les llaman, creo) para que no tengas que llevar los 20 euros en el bolsillo, y pagues con ellas tus compras, y ellos puedan cobrar una comisión al establecimiento que te vende. Las Cajas también. Los bancos te cobran la tarjetita. Las Cajas también. Los bancos, para que domicilies tu nómina, te ofrecen baterías de cocina y ajuares varios. Las Cajas también. Los bancos saben el día que cobras antes que tú (pues ellos reciben el dinero calentito). Las Cajas también.
Hubo un tiempo en el que los bancos te ofrecían una sonrisa amplia y un crédito para gastar en cualquier cosa peregrina. Las Cajas también. Ahora es el tiempo en el que los bancos te niegan un crédito para cualquier cosa necesaria (aún cuando tengas los mismos ingresos que tenías antes) o te lo conceden a regañadientes a un interés al doble o el triple de la usura que ya practicaban antes y a cambio de tu alma. Las Cajas también. Pero algo más está cambiando. Al menos en una caja extremeña. Es el trato con sus clientes de toda la vida. Con esos que tienen nómina y pensiones domiciliados desde hace muchos, muchos años. Aquellos que han pagado religiosamente sus créditos, sus intereses, sus comisiones y sus tarjetitas (deberían tener calificación de cliente AAA). Me explico. Hace unos días, una cliente de una caja extremeña que tiene domiciliada su pensión en esa caja extremeña desde hace muchos, muchos años ha recibido una carta amenazante (cobrar una comisión de gastos de 20 euros e inscribirla en el registro de morosos) si en diez días no “regularizaba” un descubierto de 40 euros de un recibo que tenía allí domiciliado. El recibo se pasó al cobro el día 20 de marzo y la pensión llegó (como todos los meses) el día 26. La carta la recibió el día 23. Al ser una persona de edad se asustó y le subió la tensión (que es lo que ocurre a ciertas edades con ciertas noticias). Por un despiste (o apunte contable o fecha de valor que decían antes) se quedó unos días en descubierto (crimen de lesa humanidad). Error fatal de gestión de su pensión que la podía haber llevado a la ignominia y al señalamiento con el dedo. Ya no le sonríen en la Caja ni le ofrecen caramelos con logotipo. Bien al contrario, la miran de soslayo y murmuran. Así me lo contó enseñándome la carta y preguntándome si era esa la reforma de buenas prácticas que estaban aplicando ahora las entidades financieras para obtener liquidez.
Ya sé que es una anécdota, que incluso pudo ser un error. Pero el susto está dado. Y los directivos de los Bancos y las Cajas que nos han llevado a la debacle siguen en sus puestos. Y algunos siguen diciendo todavía que no es momento de buscar culpables.

1 comentario:

Moral y Política dijo...

Acceder a un consejo de administracion de una caja es acceder a una canonjía asegurada. Al menos ocho años en un Consejo de administración no hay quien te lo quite. Todos sabemos quien accede a estos consejos, y quiénes los designan.

La gestión de las cajas que debía de ser cercana y amable al no tener accionistas y ser gestionadas por representantes "cuasi públicos" es una gestión que suele beneficiar los que estan en su núcleo duro.

Conocer una caja es entrar en su página web, dirigirse a la pestaña de gobierno corporativo o información para inversores, ver el informe anual que tiene que remitir al Banco de España y observar cuanto ganan sus directivos y cuantos créditos tienen. así se explican muchas cosas.

http://moralypolitica.blogspot.com