
Independencia SÍ. Transparencia TAMBIÉN.
Los actínidos son un grupo de elementos que forman parte de la tabla periódica. Son llamados elementos de transición interna.
Los motivos principales de la convocatoria ciudadana son:
En un gesto de coherencia institucional, el presidente electo de los Estados Unidos, Barak Obama ha anunciado que no estará en la reunión del quince porque su país solo tiene un presidente “a la vez”, evitando así una posible imagen exterior de bicefalia. Así son las reglas y así deben cumplirse. Aunque ya hemos dicho algunas veces que nos resulta cuando menos bochornoso que el principal causante de la hecatombe sea el que reparta las tiritas, hemos de aceptar y así lo hacemos la imposibilidad de acortar los plazos de la transición de un mandato a otro, y la inaplazable necesidad del encuentro.
Dicho esto, nos parece imprescindible que en el encuentro privado mantenido por Bush y el propio Obama se haya impuesto el razonamiento lógico de trasladar algunas directrices del proyecto de este último incluso con la presencia de parte de su equipo. No tendría sentido una despedida a lo neocon que obstaculizaría y retrasaría aún más las posibles soluciones.
Entiendo, por tanto, apelando a la inteligencia humana y al razonamiento básico que en la cumbre mundial habrá algo de Obama.
No esperamos ninguna revolución ni asalto a
Cualquier cosa que no nazca de este mínimo será un nuevo fracaso.
Le va a resultar muy difícil a Zapatero explicar (y que le entiendan) la tesis sobre la libertad y el gobierno de Philip Pettit en la reunión del quince. Sobre todo por la propia naturaleza del G-20, abrumadoramente escorado a gaviotas y elefantes. También parece un chiste que el principal responsable del entuerto sea el anfitrión y el director de orquesta, que no resistirá la tentación de hacerse la última foto manchando, con sus botas, de petróleo tejano la mesa del encuentro (ya anunció que estaría vigilante, hasta el último momento, protegiéndonos del enemigo socialista). Pero sí que es importante estar allí. Y relatar con pelos y señales la secuencia de la deriva, la estrechez de miras, el abuso y la dominación que la doctrina ultraconservadora ha impuesto desde la caída del muro (y desde bastante antes) hasta enfangar el mundo.
No deben unos pocos decidir sobre el destino de otros muchos, y aún menos ejerciendo la autoridad del dinero ilegítimo y el engaño. Los ricos siempre necesitaron de los pobres para ser ricos. No así los pobres para continuar siéndolo. Anteponer el mercado como un ente superior (ignorando que detrás había personas con intereses muy concretos), ha sido un error y, a la vez, un acierto. Un error por parte de aquellos que han ganado elecciones en base a programas sociales, progreso y bienestar para todos. Un acierto para aquellos que impusieron la no interferencia en sus asuntos particulares jugando frívolamente, intencionadamente, maliciosamente con los asuntos generales.
Por supuesto que ya nada será lo mismo. Existe la tentación real, certera, de que sea un poco igual, pero lo mismo no podrá ser nunca. Y debería existir la voluntad (esto es lo que exigimos) de anteponer la política a los mercados, la democracia al dinero. De manera que esto es lo mínimo que podemos esperar de esta cumbre. El firme propósito de trabajar en todo el mundo porque prevalezca la política y la democracia. Con mecanismos de regulación que prevengan y, en su caso, penalicen malas prácticas de no interferencia que conducen a la dominación y al sufrimiento.
Si la foto del 16 refleja esto, habremos dado un primer paso. No esperemos mucho más tampoco. En sucesivos contactos habrían de venir las reformas profundas de esas instituciones globales que han fallado por acción y omisión (FMI, BM, …). Y sí, lo urgente no debe retrasar lo imprescindible, pero si que tiene prioridad cuando, como ahora, es las dos cosas a la par. Y lo imprescindible y urgente ahora es el empleo. Hacer todo lo que haga falta por crear empleo. Invertir todo lo necesario para crear empleo. El empleo, no nos engañemos, es la base y es el núcleo de la sociedad.
¿Os habéis parado a pensar si esos billones de euros (ya no sé ni cuántos van) en lugar de destinarlos al sistema financiero se hubiesen invertido en crear empleo? ¿Qué ingenuidad, verdad? Pero también, que gran injusticia.